Inscríbete ahora
☆
Inscríbete ahora ☆
Solo por tiempo limitado
Sipnosis
Puta mierda. Soy Dios y acaban de despedirme. Debe ser un mal sueño. Esto lo tengo que solucionar, un par de llamadas y listo.
Iban cayéndose todas las piezas de lo que había construido. Un solo movimiento de alguien poderoso había servido para desmontar el dominó. Un frío le recorría la espalda, como el filo de una navaja de macarra, de hijo de puta, de mal nacido. No se iba a conformar.
Mientras recorría los pasillos se agolpaban los pensamientos: el estatus en el club, los vestidos de su mujer, el futuro de sus hijos, el apellido de su familia.
Llevaba una mochila que pesaba mucho. Se sentía tremendamente solo, sin nombre ni identidad. ¿Quién era?
Simón tenía un aspecto vulgar. Acostumbrado a desenvolverse en trabajos cortos, de esos que no permiten soñar. No había tiempo para lamentos. Su lema: tira “palante”. Y así, sin rumbo, había destinado sus años de vida.
Aquel día había sucedido algo que le encendió por dentro. Ese fuego interno parece que le pilló por sorpresa y, aunque no entendía su significado, le guiaba hacia el abismo, como si ese fuera su destino. Iba a dejar bien claro a esos de “ahí arriba” quiénes son los de “ahí abajo”, como si se tratara de descifrar una X en la ecuación.
Dejo atrás los almacenes de paredes oscuras y esquinas recónditas para acceder a la planta de oficinas. Tras la puerta del ascensor, las cristaleras dejaban traspasar la luz y ese perfume que discurría desde los despachos, se colaba en su enorme nariz. Pediría la cuenta y marcharía tan lejos como sus pies se lo permitiesen. Aún no daba crédito a lo que circulaba desde días atrás en los vestuarios: reducción de plantilla. Como si alguna vez él hubiese significado algo para ese mastodonte de empresa. Ya había perdido la cuenta de las veces que había firmado contratos basura, de los que prometen pero arrancan el alma. Estaba cansado y decidido a buscar otra oportunidad. Un primo suyo ya le había hablado de un negocio donde poder progresar: “el hilo rojo”, una especie de tasca con gente dudosa y mujeres finas, de esas a las que él no tenía acceso. A fin de cuentas, siempre le habían reconocido los suyos su especial olfato para permanecer atento al radar.
Y ese olor a chocolate que se desprendía de la fábrica a las afueras de Oñati.
Caí el agua insistente sin ánimo de dar tregua. Oñati se cubría de una neblina cargante, ocultándose tras las montañas rocosas que la protegían. Como un viejo secreto, los lugareños escondían detrás de esta fachada la tristeza arraigada en enfermedades que se llevaban sin permiso a cuantos trausentaban por esos lugares. Un secreto acuciante y silencioso.
Los pasillos de aquellas oficinas ya no olían a armario rancio. Era su propio olor lo que impregnaba aquel lugar. ¿Cómo no lo había visto antes? El hilo rojo cobraba la forma que entonces no supo percibir. Todo volvía a estar bien y comenzó a reír de lo que le rodeaba, de sí mismo y de un hilo que, lejos de ahogarle, le daba cuerda para seguir. Todo cobraba sentido. Lo aceptó. Y descansó.
FIN
Qué aprenderás
Conoce a tu instructor
Nombre del instructor
“Siempre amanece”
SIPNOSIS
Dos vidas paralelas se encuentran en el “valle de la muerte” en medio de un asesinato para purgar sus heridas de perros apaleados. Su descaro y osadía traspasarán convencionalismos.
Simón y Urrutia dan vida a una historia donde nada es lo que parece. Un hilo invisible les persigue como seña de identidad. Un relato desnudo y libre de prejuicios.
Testimonios